miércoles, 22 de agosto de 2012

Rutina


Suena el despertador, lo miro con desprecio. Aplazo la alarma por 5 minutos. Suena de nuevo, ya no puedo seguir esperando más. Me despierto como todo aquel que perdió la esperanza, me despierto odiando la vida. Detestando todo, pero con una sonrisa en el rostro para pasar desapercibido. Es increíble cómo con una sonrisa se logra engañar al mundo. Me baño, el sonido del agua cayendo en el piso logra perderme durante algunos minutos. Me miro la cara en el espejo tratando de reconocerme, en vano lo hago; nunca logro encontrar a alguien allí. Me pongo el uniforme, siempre la misma maldita ropa todos los días para  ir a trabajar. Desayuno, cojo las llaves, salgo a la calle. Espero los 3 minutos que se demora en pasar el autobus, el conductor me saluda amablemente. No necesito decirle dónde queda mi parada, ya la sabe perfectamente. Me siento en el último puesto, tomo el libro y empiezo a leer. 

En el trabajo no hago mayor esfuerzo, estar sentado durante 11 horas recibiendo llamadas no es la gran cosa (tomo horas extras porque no tengo absolutamente nada que hacer en casa). Pero por lo menos me evita el contacto corporal con otras personas. Además por teléfono nunca nadie pregunta nada personal. No me puedo quejar de la remuneración, me alcanza para vivir cómodamente.

Dan las 7 de la tarde, espero que todos se vayan para ser el último en salir y no tener que despedirme de nadie. A esa hora el autobus se demora unos 10 minutos en pasar, y siempre pasa atestado de gente, pero el conductor nunca se olvida de mi. Tomo el libro y empiezo a leer, siempre me evita tener conversaciones incómodas. Me despido del conductor. Llego a casa, todo tal cual a como lo dejé en la mañana, sólo que ahora todo está oscuro. Ceno acompañado del televisor encendido, no veo qué pasan, pero su ruido le resta soledad a la casa. Me quito la ropa, me baño; está vez sólo me veo pocos segundos en el espejo. Me acuesto, verifico que la alarma esté activada. Me duermo.

Ignoro si pasó un nuevo día o si me quedé atrapado en el tiempo despertando cada mañana en la misma fecha.