Para ir al colegio siempre me toca caminar varias calles abajo para poder coger el bus vacío. Al frente de donde espero está ubicada la iglesia del barrio. Hoy, estaban dando una misa, ¿el motivo? Empieza Semana Santa.
Me entretuve un rato viendo los rostros de los feligreses a través de grandes y cristalinas ventanas; fe y culpa era lo que veía en sus ojos. Cuando el sacerdote dio la orden de la iniciación de la lectura del evangelio todos por inercia, mecánicamente, como si lo hicieran sin saber para qué les servía, se hicieron la señal de la cruz: una en la frente, para los malos pensamientos; otra en la boca, para las malas palabras; y por último, una en el pecho, para los malos sentimientos. Me causo curiosidad cómo los que estaban afuera, junto a mí esperando el bus, repitieron el gesto, incluso los que estaban al cruzar la calle; todos lo hacían de la misma forma: un gesto realizado sólo para aliviar sus pecados, como quien mira instintivamente su muñeca para saber la hora sin llevar reloj en ella.
Sin duda lo hacían sin tener consciencia de lo que hacían, el hacerse una cruz en la frente no va a hacer que dejes de tener malos pensamiento, ni mucho menos.
sábado, 31 de marzo de 2012
domingo, 11 de marzo de 2012
Perfección.
La persona perfecta no existe. Si existiese implicaría un equilibrio en todos los aspectos de su vida. Teniendo en cuenta el concepto de entropía, cuando se está en equilibrio todo se detiene, ya no hay más nada por hacer; todo acabaría. Como personas, si fuésemos perfectos no tendríamos nada que mejorar, nada qué hacer, por lo que sencillamente la vida no tendría sentido, ni razón de ser. Desde que nacemos vamos en busca de esa perfección, pero nos morimos sin alcanzarla, nuestro cuerpo expira antes llegar a rozarla.
miércoles, 7 de marzo de 2012
Reflexiones.
La minoría –o mayoría, me atrevería a decir– de nosotros sabemos o tenemos una noción de todo lo «malo» que sucede. Sabemos que el Estado nos roba, que hay inocentes que mueren todos los días, que un mentiroso se salió con la suya, que la guerra no tiene sentido, que consumimos más de lo que deberíamos.
Pensar en eso a muchos nos frustra e indigna, otros prefieren no perturbarse con eso y creen que la felicidad está en la ignorancia. Los primeros no sabemos cómo esto no termina de una vez, si parece tan «sencillo». Sólo queremos una solución, la queremos de inmediato. Pero, muy pocas veces, nos detenemos a reflexionar sobre un tema en concreto, sabemos que muchas cosas están mal, creemos saber el porqué, pero en muchos caso no es así. Creemos que es sencillo solucionar muchas problemas, pero no nos percatamos que ni nosotros mismos sabemos qué queremos.
No tenemos en cuenta que no todo está escrito, siempre hay cambios, por lo que a muchos temas no se les puede poner fin, ni se puede concluir una verdad absoluta en muchos casos. Pero ésto no es excusa para seguir buscando la solución. Luchando es la única manera digna de vivir.
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