sábado, 31 de marzo de 2012

La cruz no alivia


Para ir al colegio siempre me toca caminar varias calles abajo para poder coger el bus vacío. Al frente de donde espero está ubicada la iglesia del barrio. Hoy, estaban dando una misa, ¿el motivo? Empieza Semana Santa.
        

Me entretuve un rato viendo los rostros de los feligreses a través de grandes y cristalinas ventanas; fe y culpa era lo que veía en sus ojos. Cuando el sacerdote dio la orden de la iniciación de la lectura del evangelio todos por inercia, mecánicamente, como si lo hicieran sin saber para qué les servía, se hicieron la señal de la cruz: una en la frente, para los malos pensamientos; otra en la boca, para las malas palabras; y por último, una en el pecho, para los malos sentimientos. Me causo curiosidad cómo los que estaban afuera, junto a mí esperando el bus, repitieron el gesto, incluso los que estaban al cruzar la calle; todos lo hacían de la misma forma: un gesto realizado sólo para aliviar sus pecados, como quien mira instintivamente su muñeca para saber la hora sin llevar reloj en ella. 
        
Sin duda lo hacían sin tener consciencia de lo que hacían, el hacerse una cruz en la frente no va a hacer que dejes de tener malos pensamiento, ni mucho menos.

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